CRONICA DE UNAS FUSIONES ANUNCIADAS

Según noticias del propio Banco unos 2.900 empleados (entre el 20/25% de la plantilla) saldrán de la entidad antes de final de año, algo que para muchos analistas puede llegar a comprometer seriamente el futuro de la empresa.

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         Estos días, mientras la Bolsa de Madrid está registrando máximos anuales tras el apoyo que el PSOE le va a prestar al nuevo Gobierno de Mariano Rajoy, hay unos empleados del sector bancario que viven bajo una incertidumbre personal, ya que la espada de Damocles de un ERE pende sobre sus cabezas, me refiero a los empleados del Banco Popular. Según noticias del propio Banco unos 2.900 empleados (entre el 20/25% de la plantilla) saldrán de la entidad antes de final de año, algo que para muchos analistas puede llegar a comprometer seriamente el futuro de la empresa. La pésima gestión de los directivos de una entidad financiera nuevamente en España la pagan los empleados bancarios, no es algo nuevo, bien al contrario es algo que se viene repitiendo con excesiva regularidad, ante la pasividad de las autoridades, la sociedad, y lo que es peor, los propios empleados bancarios y sus sindicatos representativos.

           Según noticias del propio Banco unos 2.900 empleados (entre el 20/25% de la plantilla) saldrán de la entidad antes de final de año, algo que para muchos analistas puede llegar a comprometer seriamente el futuro de la empresa. La pésima gestión de los directivos de una entidad financiera nuevamente en España la pagan los empleados bancarios, no es algo nuevo, bien al contrario es algo que se viene repitiendo con excesiva regularidad, ante la pasividad de las autoridades, la sociedad, y lo que es peor, los propios empleados bancarios y sus sindicatos representativos.

           A fecha de Agosto del  2014 España con el 53,50% del total, lideraba en Europa el cierre de oficinas bancarias, solo siendo superada por Gran Bretaña en cuantía de despido de personal, desde el año 2008 (año de inicio de la crisis financiera) al 2013 en la eurozona se cerraron 23.085 oficinas bancarias, de las que 12.352 lo hicieron en nuestro país, a esa fecha se llevaba contabilizada la pérdida de empleo de 208.811 trabajadores, uno de cada tres era español. La cifra de cierres continuó aumentando durante el año 2015, alcanzando las 15.031 sucursales y lo peor de todo es que a fecha 2016 la sangría continúa, en este año Caixabank cerró 310 más con 510 prejubilaciones, Banco Ceiss redujo 1.120 empleos, Banco Santander acometió un cierre de 450 oficinas bancarias y el despido vía bajas incentivadas o prejubilación de 1.460 empleados, mediante un ERE encubierto. El  Consejero Delegado del BBVA ha reconocido recientemente que le sobran 2.800 sucursales  y se baraja en el sector bancario español cifras absolutamente alarmantes que hablan de próximos cierres de hasta 9.000 oficinas y entre 30.000 y 35.000 nuevos parados, con nuevas fusiones bancarias en camino (entre ellas parece evidente que hablamos de Banco Popular y posiblemente otros), que se han visto frenadas por el actual impase político a la hora de formar gobierno, pero que más pronto que tarde ocurrirán. La cifra de sucursales bancarias que espera el sector mantener abiertas al final de este proceso será de unas 22.000, la más baja desde 1978, una reducción del 33%, habiendo eliminado personal en más de  un 27% sobre el de 2008, que nos retrotraen a cifras de 1981. En torno a 70.000 empleados a fecha de 2014 perdieron su trabajo (según cifras del Banco de España), la sangría a fines del 2016 no acaba. Ningún sistema financiero bajo la supervisión del Banco Central Europeo  ha experimentado semejante tala en términos absolutos, solo a efectos comparativos, en 2014 se llevaban contabilizados en Alemania, el segundo país en este dudoso ranking de bajar la persiana, 3.376 oficinas, Francia 1.605 o Italia 2.410. Habría que salir de la eurozona a Gran Bretaña para ver que en ese país 73.985 empleados fueron obligados a abandonar el sector, aún cuando su porcentaje sobre el total, un 14,93%, es inferior al español.

          La mayor parte de los empleados de Banca arrastrados por el tsunami de la Crisis Financiera de nuestro país lo han hecho vía prejubilación, otros mediante bajas incentivadas o despidos puro y duro. Los primeros son considerados como privilegiados por el resto de parados de otros sectores productivos, aunque no estoy  tan seguro de que esto sea así, primero: se han ido obligados por las circunstancias ajenas a la profesionalidad en el desempeño de su trabajo (igual que otros indudablemente), segundo: se han ido con mermas sobre su salario en activo, con salarios congelados durante muchos años hasta pasar a la edad de jubilados, donde volverán a ser mermados económicamente ya que se les obliga a jubilarse anticipadamente. Por último encima son un chollo para el Gobierno ya que al firmar pactos con sus entidades para cobrar sin poder trabajar no se apuntan al Inem y por tanto no forman parte de las cifras oficiales de desempleados, aunque sí de la encuesta de población activa, en caso de ser encuestados claro.

          Uno de los tradicionales caballos de batalla en las reivindicaciones de los trabajadores bancarios españoles ha venido siendo las cientos de miles de horas extraordinarias que cada año se llevan a cabo en el sector, realizadas, no cobradas y no cotizadas ni fiscalmente ni ante la seguridad social, lo que multiplica el efecto defraudador, social y económico. Facilitado por la complicidad de la CCOO y UGT, además de los sindicatos amarillos, que pactaron en Convenio Colectivo una suerte de flexibilidad horaria que complica a propósito la actividad fiscalizadora de la Inspección de Trabajo. No obstante ello, recientes sentencias de la Audiencia Nacional condenatorias de Bankia y de Abanca, han allanado el camino para que se inicien conversaciones entre los sindicatos mayoritarios y las patronales de las mayores entidades tendentes a establecer un sistema de control que permita registrar las jornadas efectivas de los trabajadores, sistemas que no existen en la actualidad, por paradójico que pueda parecer. La Prevención de Riesgos Laborales es algo absolutamente desconocido en el sector bancario, profesionales con carreras de decenios afirman con rotundidad que jamás se han evaluado Riesgos Laborales en el ámbito de actuación de su puesto de trabajo. Por supuesto esto es aplicable a los Riesgos Psicosociales vinculados a la constante, y continuada en el tiempo, presión que los comerciales soportan de sus superiores jerárquicos para la colocación de productos bancarios (algunos de los cuales los propios tribunales han confirmado su dudosa legalidad).

          La negociación de el último Convenio Colectivo sectorial vino a evidenciar el escaso interés mostrado por las los sindicatos mayoritarios (CCOO y UGT) sobre el futuro sectorial, o al menos por los nuevos empleados que se incorporen al sector, ya que durante los dos primeros años cobrarán salarios que podríamos denominar de “becarios” ya que realizando labores comerciales de similares características a otros compañeros podrán cobrar hasta 10.000 euros menos que otros compañeros más antiguos (sin contar pluses de antigüedad en empresa). El sector está abocado a la expulsión del mercado laboral de trabajadores con antigüedad sustituidos en el mejor de los casos por trabajadores en precario económicamente, eso es algo que lleva años pretendiendo la patronal, que está favorecida por la restrictiva legislación laboral del PP y de la que son cómplices necesarios CCOO y UGT. En todo caso, la revolución digital que arrasa con el empleo sectorial augura muy pocos puestos de nueva creación en el futuro próximo del sector.

          La desmotivación en la que viven actualmente los bancarios españoles, no solo es debido a la preocupación por su propio futuro personal, a lo que se suma la constante interacción con la realidad económica del día a día de nuestro país, con sus grandes empresas, con sus pymes, con sus autónomos, con sus ahorradores, con sus asalariados, con sus pensionistas, con sus desempleados, con sus amas de casa, sus estudiantes y sus emprendedores; todo esto se ve agravado por la presión que sufren de unos superiores que viven en otra galaxia, que pretenden objetivos comerciales inalcanzables, de los que dependen su status profesional y económico y por tanto actúan bajo criterios que en muchos casos se alejan mucho de la profesionalidad de la que deberían hacer gala.

          El recurso tradicional de los empleados ante los abusos de los empresarios o mandos intermedios, era la defensa de sus intereses mediante la asociación sindical y la elección de representantes que de un modo altruista ejerzan el poder depositado en ellos por la masa de trabajadores unidos, frente al empresariado que monopoliza el control del trabajo, y que ejercen este poder de representación negociando condiciones justas en las relaciones laborales, siendo la principal el derecho al trabajo reconocido por nuestra Constitución . Esto quizás fue así en algún pasado lejano. Hoy el sector bancario, el sector sindical que cuenta con los mayores índices de afiliación sindical de este país, concentrados básicamente en CCOO, UGT, CGT y otros de corte más o menos amarillista, es el sector más dócil del sindicalismo español.

          Somos muchos los que llevamos años preguntándonos porque es así, la respuesta quizás no agrade a algunos, pero es ajustada a la realidad. El sector bancario por su propia idiosincrasia profesional es el sector más sensible del tejido empresarial de cualquier país, es el que maneja el dinero que mueve al resto de la actividad económica, el poder de las élites que controlan este sector se entenderá fácilmente que va mucho más allá que cualquier otro. Desde el franquismo hasta la actualidad han venido pactando la paz sindical necesaria para la buena marcha de su negocio, les ha interesado (y lo han conseguido) formar una casta sindical afín que ha perdido totalmente su carácter reivindicativo, incluso negociador, para simplemente convertirse en pactistas claudicantes ante las propuestas de la patronal. Eso si, como la mayoría de estas élites sindicales llevan muchos años en el negocio (me refiero al negocio de ser liberados sindicales profesionales), lo disimulan muy bien y tienen perfectamente estructurada su estrategia de aparentar su actividad sindical, visitas sindicales a oficinas al objeto básicamente de afiliar e incrementar los ingresos de su sindicato en perjuicio del de la competencia, un bien engrasado aparato propagandístico emisor de circulares y algún que otro traslado o mejora negociado con los respectivos departamentos de recursos humanos mediante los que lavar su imagen local ante los afiliados, nada que la empresa no pudiera hacer pero que se vende como grandes triunfos sindicales.

          Si bien es cierto que los sindicatos mayoritarios, CCOO y UGT principalmente, han contribuido en gran manera a la dulcificación de la relaciones laborales, mediante la sumisión y la desmovilización activa del carácter reivindicativo mínimo que se le exige a unas centrales sindicales de su prestigio y tradición; también lo es que los bancarios son personas que en muchos casos olvidan fácilmente que son simples trabajadores y se dejan fácilmente deslumbrar por los cargos que ostentan en sus tarjetas de presentación, se llegan a creer de verdad que su futuro profesional solo depende de su fidelidad a la empresa y huyen como de la peste de cualquier vinculación sindical, creyendo que cuando venga la reestructuración esto será tenido en cuenta. Craso error del que se despiertan cuando reciben la llamada de Recursos Humanos.

          Para contribuir a este desprestigio que envuelve la vida social española de los últimos años con continuos casos de corrupción, se han sumado los sindicatos. No hablaremos aquí de los Eres de la UGT andaluza ni de las financiaciones irregulares que se investigan en los cursos de formación promovidos por CCOO y UGT,  sino de los directamente relacionados con el sector bancario. Las tarjetas black de Caja Madrid son solo la punta del iceberg del desprestigio sindical en sus actividades dentro de las antiguas Cajas de Ahorros, cuya colaboración y silencio cómplice llevó al hundimiento de estas entidades financieras, agudizado por las torpes explicaciones que de su uso y disfrute están dando en la Audiencia Nacional.

          Otro escándalo que taparon muy pronto los profesionales sindicales fueron los sobresueldos que durante años estuvo cobrando la cúpula dirigente del sector financiero en CCOO, 3,7 millones de euros entre los años 2007 y 2012 mientras en el sector se perdían 30.000 empleos y una veintena de entidades fueron rescatadas con fondos públicos. Se lo podían permitir, al fin y al cabo recibieron de Bancos, Cajas de Ahorros, Aseguradoras y Patronales 8,3 millones de euros en el periodo. Las explicaciones a trancas y barrancas dadas por su Secretario General José María Martínez no convencieron a nadie. Desde entonces la cúpula del sector Servicios de CCOO ha cerrado filas y permanecen inalterables ante la catastrófica situación del sector, como si esto no fuera con ellos. Es más, a las muy escasa voces discordantes con la actuación de esta cúpula sindical corrupta se las ha expulsado de la organización.

Y sin embargo, en Canarias surge un grupo de trabajadores y trabajadoras que habiendo confiado en CCOO en el pasado, conociendo internamente el funcionamiento de la organización se revelan y se oponen a que siga el mamoneo, quieren tomar el mando de la situación y los profesionales de Madrid se oponen, ante esta situación de bloqueo deciden abandonar CCOO y fundar un nuevo sindicato, un sindicato en la que la voz la tengan sus bases y en la que los representantes de estas bases cumplan fielmente con el mandato recibido. Este sindicato se llama Sindicalistas de Base, es mi sindicato.

Antonio Padrón Acosta

Prejubilado de Banca.

D.N.I. 42.077.419 T – 690 302884 - padrontenerife@hotmail.com